Cambios en el consumo del contenido online
Uno de los barómetros de la pandemia está siendo el análisis de la audiencia en Internet.
Uno de los barómetros de la pandemia está siendo el análisis de la audiencia en Internet.
Vacaciones y 5G: la manera más digital de disfrutar de este verano tan peculiar.
La variedad y la gama de funciones de los dispositivos inteligentes presentan innumerables formas de mejorar las diferentes industrias y entornos.
La crisis del Covid-19 ha provocado grandes pérdidas a niveles económicos para muchas empresas, sobre todo las pequeñas. Poco a poco muchas van encarando la desescalada y el regreso a la actividad, pero aún a medio gas.
No es poca la difusión que se está dando desde hace tiempo a tecnologías como el Internet de las Cosas y el tan esperado 5G. La perspectiva del consumidor, que es la más cacareada, ante estos conceptos lleva a imaginar multitud de dispositivos y aparatos conectados a Internet para cambiar completamente las filosofía en el uso de los mismos, y a pensar en velocidades asombrosas en las comunicaciones, el streaming, etc., respectivamente. Pero aquí vamos a hablar sobre el punto de vista de otro sector, el de la logística, que espera entrar también en una nueva era en el aprovechamiento de las herramientas inalámbricas de próxima generación.
Hace poco conocimos una iniciativa del Gobierno de cara a la progresiva desaparición de los pagos en metálico. Lo que parece un intento por forzar lo que ya estaba ocurriendo de manera natural con la aparición de los nuevos métodos digitales de pago, parece motivado por la nueva situación sanitaria en la que evitar los contactos, pero al mismo tiempo choca con la falta de costumbre en ciertos ámbitos. Quizá quede menos de lo que creemos para que las monedas queden relegadas a su uso para jugar a los chinos. O quizá sea al revés. Las nuevas tecnologías han supuesto un cambio en nuestros hábitos, desde la forma en la que nos comunicamos hasta el modo en que compramos, pasando por cómo realizamos nuestros pagos. Pero ¿es posible provocar de forma dirigida la eliminación del efectivo?
La pandemia ha obligado a empresas y administraciones a adaptarse a contrarreloj a un mundo digital. De hecho, el 95% de las organizaciones han cambiado sus prioridades tecnológicas como consecuencia de la crisis sanitaria según un estudio de Cisco AppDynamics.
Uno de los debates que surgieron al comienzo de la declaración del estado de alarma fue el de los criterios para considerar una actividad como esencial o no, en orden a decidir cuáles había que mantener y cuáles eran prescindibles mientras se superaba la indiscutible prioridad, que era la sanitaria. Otro de los debates que surgieron al poco tiempo, menos crucial pero con no poca enjundia, fue el de qué sectores estaban pescando lucrativamente en aguas revueltas. En el sector IT, que desde hace años se ha acostumbrado a adaptar todos sus eslóganes a las circunstancias de forma interesada, ha habido no pocos ejemplos de lo que es imprescindible y lo que es oportunista, dejando de lado la obvia y miserable codicia sin escrúpulos de los ciberdelincuentes.
La crisis del COVID-19 ha despertado la ‘imaginación’ de muchos pequeños comercios sin presencia en Internet que han tenido que reinventarse para satisfacer la demanda de un usuario que evita la interacción física.
La COVID-19 ha supuesto un antes y un después para la enseñanza. El paso definitivo para abrazar la digitalización y asentar la educación online a cientos de miles de personas.
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