Consecuencias inesperadas de mi cambio de ordenador debido al fin del soporte de Microsoft a Windows 10

Una nueva forma de entender la obsolescencia programada

Ya comenté de soslayo, en la entrada sobre el protector físico de la web-cam de los portátiles, que pertenezco al minoritario grupo de personas que han esperado al último momento del soporte de Microsoft para Windows 10 para comprarme un ordenador personal nuevo con Windows 11. Al parecer, dos meses después todavía es mucha la gente que sigue aguantando con las versiones anteriores del sistema operativo. Al final no voy a ser tan pulpo…

El caso es que el cambio de equipo me ha revelado cosas que no esperaba. Yo llevaba ya mucho tiempo estirando el chicle con un PC que funcionaba como una tartana, lento como el crecimiento de los vegetales. Y no era un problema de sus siete años de antigüedad, sino que ya desde el principio iba regulero. Los tiempos de carga al encender el PC eran especialmente desesperantes cuando había actualizaciones de software, casi parecía como cargar un videojuego en casete para un Spectrum de los años 80… Hasta media hora le llegaba a costar.

En definitiva, que lo de comprar uno nuevo para tener Windows 11 y evitar problemas de ciberseguridad para mí era en realidad una excusa para librarme de aquel competidor de las conexiones a Internet por módem de 56 k. Total que, dicho y hecho, me hice con un nuevo portátil, con los nuevos requerimientos de procesadores y demás mejoras de hardware, además de estándar de conectividad actualizado.

Y, efectivamente, el nuevo ordenador ya sí que va como está mandado… ¡Pero es que ahora resulta que el viejo, que no lo he tirado, también! ¿Pero qué clase de broma es esta? Ahora arranca más que aceptablemente; no es que haya mejorado sus mejores tiempos de antaño, ni mucho menos los del nuevo PC, pero ya no se tira aquellas minutadas largas… Y claro, la razón es sencilla: Ya no le llegan nuevas actualizaciones, porque Windows 10 ha quedado obsoleto.

Así pues, con esta curiosa paradoja tecnológica, uno podría pensar que “emosido engañado”, y en cierta medida no digo que no, pero quiero ver la parte buena: En realidad el nuevo PC funciona mucho mejor en todos los sentidos (no hay comparación posible), especialmente cuando se trata de tirar de conexión a Internet, contando además con menos riesgos cibernéticos que los que tendría con el obsoleto. Y respecto al viejo, ahora me sirve para trabajar en local (tengo capada su conexión Wi-Fi) y para cosas que ya no traen los nuevos portátiles, como la ranura para CD… Si, yo todavía sigo viendo películas en DVD, que no todas están en plataformas de streaming… Ya dije que soy un pulpo en la nube.

P.D: Si, la imagen de esta entrada es engañosa en mi caso...